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· Yurany · Duelo  · 3 min de lectura

Cuando no es posible el olvido: una historia que sigue narrándose

Hay recuerdos que no se borran y pérdidas que nos cambian para siempre. La clave no está en olvidarlos, sino en aprender a vivir con ellos sin que el dolor no sea lo único que quede.

Hay recuerdos que no se borran y pérdidas que nos cambian para siempre. La clave no está en olvidarlos, sino en aprender a vivir con ellos sin que el dolor no sea lo único que quede.

Hay pérdidas que nos parten la vida en dos: marcan un antes y un después en nuestra historia.

Cuando llega a nuestra vida un acontecimiento importante, como lo es una pérdida, un cambio inesperado, una ausencia que parece imposible de aceptar… Cambia nuestra vida y la forma de narrarla.

Y aunque duele, no siempre queremos olvidar; en realidad, solo se quiere dejar de sufrir y que eso que duele tanto, no haga parte de nuestra historia.

Incluso, muchas veces, pasa lo contrario: ante una pérdida significativa, no se quiere desprender del sufrimiento, porque en cierta medida se tiene miedo a que, si dejamos de sentir ese dolor, también dejaremos de recordar eso que hemos perdido y el corazón se resiste a eso, al Olvido.

Pero no siempre es posible olvidar, porque nuestra memoria está atada a los recuerdos. Viajamos constantemente al pasado y, como en todo viaje, hay que regresar. Es una forma de mantener vivo lo que ya no está.

Eso quiere decir que los recuerdos nos acompañan porque hacen parte de una historia que aún sigue escribiéndose

Entonces, ¿vale la pena recordar?

Más allá del dolor, la culpa y los sentimientos que puedas sentir ante la pérdida, olvidar significaría perder fragmentos de tu historia y tu identidad.

¿Quién puedes seguir siendo si renuncias a tu historia?

Sin recordar los momentos felices, las enseñanzas y las experiencias, incluso las dolorosas, dejarías atrás todo aquello que alguna vez te hizo libre, que te hizo ser tú.

La solución no está en dejar de recordar, sino encontrar la manera de vivir con esos recuerdos sin que el dolor sea lo único que quede.

Porque una forma de comenzar de nuevo no está en borrar lo que viviste, sino en reconstruir tu historia con los pedazos que te quedan.

Vuelve a escribir tu historia

Narra tu historia desde un lugar más compasivo contigo mismo.
Porque hay partes de esa historia que no se contaron, verdades que se silenciaron, contextos que no se entendieron.

Cuando narras tu historia de nuevo, algo cambia:

  • Comprendes mejor lo que sucedió
  • Le das un nuevo significado a tu historia
  • Te das cuenta de que hiciste lo que estaba en tus manos y que, entre tanto dolor, seguiste sosteniendo tu vida.

Te invito a narrar tu historia:

  • Escribe libremente sin preocuparte por ser perfecto
  • Deja fluir los recuerdos, escríbelos tal como vienen
  • Trae a tu mente los momentos importantes
  • Como experiencias dolorosas y tus pérdidas
  • Ponlas en un orden, juntando los pedazos en un relato

No te preocupes, las historias no siempre tienen finales perfectos ni felices…

Dentro de tu historia también puedes incluir:

“Esto fui, esto viví, esto me dolió… y aún así, sigo aquí. Sosteniéndome, sosteniendo mi vida.”

Recuerda: tú eres el personaje principal en una historia que sigue escribiéndose, que es en sí misma, una forma de volver a comenzar.

Con cariño, Yurany

Nota: recuerda que puedes buscar el apoyo de un profesional para acompañarte en la construcción de tu historia. Narrarla a otro es una forma diferente de comprenderla y de transformarla, permitiendo que el relato se vuelva más amable y sincero contigo mismo.

Me inspiré en el texto de Neimeyer (2002), en el apartado del uso de técnicas narrativas para el duelo. Las conversaciones con mis pacientes sobre querer olvidar. Y el libro de Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre.

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